dissabte, 18 de febrer del 2017

Arquetipos: definición y ejemplos en la mitología y la cultura (parte I)

Arquetipos: definición y ejemplos en la mitología y la cultura (parte I)

"Jung vio algo mucho más sugerente en el descubrimiento de Freud: la idea de que todos los antiguos mitos siguen vivos en nuestro interior. En el caso de la historia de Edipo, mientras que Freud veía en ella una descripción apta para todo desarrollo psíquico, Jung vio sólo un ejemplo de una multitud de invariantes psíquicas que todos llevamos dentro."
 Robin Robertson, Introducción a la Psicologia Junguiana


El viejo sabio y el niño héroe, dos arquetipos
immemoriales

Uno de los conceptos básicos de la psicología y el arte es el de Arquetipo. La historia de los Arquetipos se remonta a la antigua Grecia. Fueron los Pitagóricos, con sus números eternos y divinos, y Platón, con su concepto de la Idea (Eidos) como esencia eterna de las cosas que eran indiferente al cambio del mundo físico donde todo nacía y moría, quienes primero dieron cuenta de la existencia de los arquetipos desde una perspectiva racionalista y "precientífica"
Pero ya antes de Platón y los filósofos griegos, en las religiones antiguas, tanto homéricas como en los de los reinos egipcios, babilónicos y mesopotámicos podemos rastrear trazos de lo arquetípico en Dioses, leyendas, constelaciones, y multitud de relatos. De hecho, si recordamos a E. R. Dods en su ensayo de lectura obligada Los griegos y lo irracional podemos ver a Platón y sus diálogos como un intento de racionalizar, sin desechar del todo, el pensamiento mágico e irracional de los griegos. Como un intento de equilibrar la mente griega ya que el nuevo pensamiento científico y filósofico de la época clásica había "destruído" a los Dioses y sus mitos, y por lo tanto puesto en peligro la religión y el orden social griego de las polis (ciudades-estado). Algo parecido a lo que trató de realizar René Descartes en el siglo XVII durante la "lucha" entre ciencia y religión. A pesar del contemporáneo materialismo científico, el entramado cultural y mediático actual es un mundo de ideas, arquetipos (y estereotipos) y conceptos que psicológicamente sustentan el orden social y económico, y por lo tanto nuestra cosmovisión es arquetípica, nos guste o no. Somos hijos de Platón.
 Sigmund Freud llamó a estas fuerzas instintos o pulsiones, fuerzas primordiales que impulsan y estructuran los procesos biológicos y psicológicos. La visión materialista de Freud veía en los mitos rastros culturales y narrativos de ese proceso darwiniano que era la lucha por la vida de la cual la cultura era el resultado de la sublimación, represión, desplazamiento, entre otros mecanismos de defensa, de estos instintos primarios y esenciales. Pero eran solo relatos, no había en ellos más que una verdad: la del complejo de Edipo como origen de la cultura y el tabú social, el origen del patriarcado. Carl Jung, discípulo suyo, tomó otro camino que le llevó a una exploración menos prejuciosa de esa rica tradición que eran los mitos y las religiones antiguas. Este camino de Carl Jung es el que más me convence ya que la visión freudiana es incompatible con toda interpretación que no sea estrictamente materialista de la realidad. El genial William Blake, cuya carta natal es una maravilla, los llamó poéticamente "Los Inmortales".

El mito de Ícaro, un ejemplo de los
peligros de la identificación con lo
arquetípico.  Emblema del grupo de rock
Led Zeppelin y a la derecha el
Grabado CIV del
Emblematum liber (1531)
de Andrea Alciato 
 El Arquetipo es divino en cuanto a que no muere, ya que se repite en vidas de personas diferentes. Y eso es lo que los griegos vieron en esa fuerza arquetipal más allá de la racionalidad humana. También podemos entender los arquetipos como un repertorio de máscaras que podemos utilizar, como una navaja suiza, en función de los diferentes contextos. El problema de los arquetipos es que muchas veces ellos nos utilizan a nosotros para conseguir sus fines. El arquetipo nos ilumina, nos guía hacia lo que podemos ser, pero también hay que vigilar que este no nos consuma; una advertencia de Jung, según creo recordar, al citar a Nietzsche y su identificación arquetípica con Dioniso pues firmaba sus con ese nombre sus últimos escritos ya en plena locura. Si la personalidad humana fuera estable y racional no seria necesaria la mayoría de ciencias sociales: psicología, sociología, economía, etc. Pues la sociedad humana sería ordenada (por qué o por quién eso ya sería otra pregunta) y no tendría desequilibrios ni alteraciones, funcionaría como una colmena. Quizás el totalitarismo, y muchos de los ismos no sean más que la tentación de un arquetipo de imponerse sobre los otros. Fue el pedagógo J. A. Marina quién planteó en su libro Las culturas fracasadas la paradoja que la inteligencia individual era un disolvente social; ya en un hormiguero ordenado si aplicáramos inteligencia indivdual a cada hormiga todo ese orden jerárquico se hundiría (abeja reina, soldado, reproductora...). El mundo humano es arquetipal, y el error de Platón fue el de creer que el arquetipo debía ser perpétuo y ligado a la posición social. De hecho las sociedades cuanto más avanzadas son más permiten el desarrollo individual y libre de cada uno de los arquetipos, tanto en el hombre como en la mujer. La fractura y la herida del mundo es real, hay algo irracional que mueve el mundo y que lo agita a veces como si los seres humanos fueran títeres de una voluntad feroz y decidida. Liz Greene explica en su libro Urano en la carta natal que cuando uno observa a Hitler en sus discursos que al principio sus movimientos eran normales, pero al final se agitaba y sacudía, como poseído por una voluntad ajena, y que en essos momentos en que las masas se volvían locas. Adolf tenía a Urano en la casa XII, con lo que ese impulso uraniano trabajaba desde lo inconsciente, en la sombra Ese momento de arrebato era un momento arquetípico, tan individual como colectivamente.  Y ese problema de la identificación con lo arquetípico debe afrontarse, no pude negarse ya que es lo que permite comprender la personalidad en todo su conjunto, además de fenómenos tan habituales y dañinos como la proyección. Pero volvamos a los arquetipos.  En un texto de James Hillman, extraído del libro Cosmos y Psique de R. Tarnas, se define lo arquetípico de forma sucinta:

      Imaginemos, pues, los arquetipos como los esquemas más profundos del funcionamiento psíquico: las raíces del alma que condicionan nuestra visión de nosotros y el mundo. Són las imágenes axiomáticas y evidentes a las  que siempre regresa nuestra vida psíquica y nuestras teorías sobre ella. [...] Hay muchas más metáforas para describirlos: potencialidades inmateriales de estructura, como invisibles cristales en solución o formas latentes en plantas que brotan súbitamente bajo determinadas condiciones; modelos de conducta instintiva como los que guían a los animales por sendas inmutable; los géneros y lugares de la literatura, los prototipos recurrentes de la historia; los síndromes básicos en psiquiatría; los modelos paradigmáticos de pensamiento en la ciencia; las figuras universales, los rituales y las relaciones de parentesco en antropología. 
         Pero hay una cosa absolutamente esencial para la noción de arquetipo: su efecto posesivo emocional, su deslumbramiento de la conciencia, que le impide ver su propia actitud. [...]
Toda realidad psíquica se halla gobernada por una u otra fantasía arquetípica, sancionada por un Dios. Y yo sólo puedo existir en ellas. 

Relación entre las partes del alma, los planetas
y las fuerzas o roles arquetípicos

(Según la Escuela Huber)
El gran problema de los arquetipos sigue siendo saber si son puramente inmanentes, es decir que forman parte de una cosa en sí misma y se realizan y agotan en ella, o tienen una base trascendente o metafísica, si existen independientemente de las cosas físicas, las cuales aparecen con una forma determinada a partir de un "molde". O sea el viejo debate filósofico de Platón y Aristóteles y el problema medieval de los universales. Fue Heráclito el primer filósofo que explicó la vida como un eterno devenir, como un río que cambia constantemente sus aguas, un fuego que se enciende y se apaga, donde todo fluye y nada permanece (Panta rei). Parménides en cambio vió tras el velo del mundo físico un SER eterno, circular, perfecto, eterno, donde nada cambia ya que el SER es y lo que NO ES no puede llegar a ser. Es decir que la nada no puede existir y por lo tanto el mundo siempre ha sido y siempre serà. 

En astrología esas fuerzas arquetípicas están representadas por los planetas, entre los cuales hay un proceso de sincronicidad que permite comprender en un momento dado el equilibrio de "fuerzas" de un universo en movimiento y en perpetua tensión y contrapunto. De esta manera, el universo en permanente cambio de Heráclito se da la mano con la permanencia de Parménides, tal como intuía Platón en su brillante síntesis, de la cual sabemos muy poco pues nos ha llegado una versión muy recortada de su pensamiento esotérico, y que fue la filosofia con más influencia en Occidente, ya que fue la génesis del cristianismo, hasta la Revolución Científica y la muerte de Dios. Había guerra de contrarios y unidad en el SER, lo que sucedía arriba podía tener relación con lo que sucedia abajo, uno de los principios del Hermetismo. El paradigma astrológico antiguo está desbordado por los nuevos avances científicos; pero la sorprendente relación de fenomenos sincrónicos entre procesos históricos y fuerzas arquetipales sumado a la informatización masiva de datos permite afrontar lo astrológico desde una perspectiva diferente.  Socialmente estamos más cerca de la mente pagana griega que de la mágica medieval. Retenemos parte de los valores cristianos, en franco retroceso por la visión materialista del mundo, mientras vemos el auge de un integrismo religioso muy peligroso y que pretende retroceder a períodos precientíficos. Quizás el problema radica en la interpretación de algunos planetas y arquetipos, que no son vistos de forma igual según para que escuela.
A Sick Child brought into
the Temple of Aesculapius
(1877)
J. W. Waterhouse

Como expone E. R. Dods, la solución renacentista y barroca de "ciencia para pocos y magia para muchos" fue bastante estable y permitió mantener el "conglomerado heredado" con cierto éxito hasta el desequilibrio producido por la ciencia a finales del siglo XIX, que tan caro salió socialmente en el siglo XX. Ahora en plena revolución científica y tecnológica del siglo XXI afrontamos un problema parecido y el abismo que se abre entre la mente occidental y la religiosa parece insalvable. Para facilitar este proceso de avance científico, y teniendo en cuenta todo lo que desconocemos aún, podemos recordar épocas anteriores y aprender de los errores del pasado. Dodds nos recuerda que la astrología fue como una infección que corrompió la mente griega hasta hacerla retroceder a estadios anteriores a la Ilustración griega del siglo V a.C. Quizás no fuera ese el error de los griegos ya que su legado perduró hasta hoy, y haya que achacar más a la quiebra militar y social del Imperio Romano y a la falta de un método empírico el desarrollo de una ciencia en el sentido contemporáneo. Quizás simplemente faltaban siglos para que la mente se desarrollara en todas sus potencialidades y el "retroceso" medieval fue un paso atrás para dar el gran salto adelante. Aún así la astrología estaba implicada en la mentalidad medieval y en la renacentista y sigue estándolo, ejerciendo su sútil influencia en la vida de millones de personas, quizás todas ellas "irracionales y estúpidas". Aunque quizás sea la fuerza de los arquetipos la que explique esta fascinación y multitud de actos sincrónicos entre cosmos y psique. Puede que la supervivencia de la astrología sea una prueba de la persistencia de la superstición humana, un vestigio, como el molesto apéndice del intestino, de un órgano o función primitiva de la mente mágica y pagana; o quizás su supervivencia y gran interés de miles de personas, algunas de ellas con estudios superiores puede que sea una demostración de que hay algo que se cuece en el vacío negro del espacio, en esa materia oscura que se agita sin que sepamos mucho de ella. Quizás nuestro sistema solar, en su danza de millones de años, tenga aún mucho que enseñarnos, más allá de satisfacer nuestro egoico deseo de conquista y obtención de materiales. 


dilluns, 6 de febrer del 2017

Robert Oppenheimer: Plutón en la casa XII y el fin del mundo como obra

Robert Oppenheimer: Plutón en la casa XII y el fin del mundo como obra 

"Ahora me he convertido en La Muerte, Destructora de Mundos."
Versos del Bhagavad-Guitá recordados por R. Oppenheimer el 16 de julio de 1945 en Los Álamos 



La barca de Caronte
Josè Benlliure y Gil (Valencia, 1855 - Valencia, 1937)
Cuenta la leyenda que el 16 de julio de 1945, tras el éxito de la prueba nuclear de Trinity, la primera bomba atómica de la historia el brillante físico y uno de los "padres de la criatura" Robert Openheimer  repitió en su mente algunas de las citas del Bhagavad-Guitá (un importante texto hinudista). La relación de lo oriental con la física cuántica vino de la mano de Schrodinger y sus lecturas de Artur Schopenhauer. 
La carta natal de Robert Openheimer tiene a Plutón en la casa XII-Géminis (en trígono con Saturno en casa IX-Acuario) y a Neptuno en la I-Cáncer (en oposición a Urano VII-Sagitario en frontera cósmica con Capricornio). Plutón en la casa XII es de esas posiciones planetarias que nunca dejan indiferente a un aficionado a la astrología. Plutón, el señor del Inframundo, planeta enano rebajado hace poco a una condición extraplanetaria por la UAI (Unión Astronómica Internacional). Con una luna de tamaño parecido al suyo llamada Caronte, el nombre del barquero del Estigia, que llevaba las almas de los difuntos al Reino de Hades. Y además la casa XII, la del inconsciente, arquetipalmente atribuída a Piscis y regida por Neptuno, ese arquetipo que nos lleva del autoengaño al amor universal pasando por la melancolía y la proyección. Neptuno el místico y Plutón, señor del Inframundo. 

En la casa XII, Plutón no se manifiesta abiertamente sinó como sombra de la personalidad mantenida
Carta natal de R. Oppenheimer
22 abril de 1905/N. York/ 8:15 AM
en el inconsciente. Plutón, regente de Escorpio, es voluntad de poder, dominio, sexualidad, muerte, renacimiento, transformación, y el ave fénix es uno de sus símbolos. Plutón en casa XII es "santo o demonio". Su participación en el Proyecto Manhattan fue decisiva y llevó a cabo la primera explosión atómica de la historia. Su bomba de plutonio dió a luz una nueva era: la Era de la Incertidumbre tal y como la llamó el polifacético economista canadiense John Kenneth Galbraith.  (Edwin McMillan había nombrado recientemente el primer elemento transuránico debido al planeta Neptuno y sugirió que el elemento 94, siendo el siguiente elemento de la serie, fuera nombrado como el que en ese momento era el siguiente planeta, Plutón.

El descubrimiento de Plutón y su bautizo 

En la década de los cuarenta del siglo XIX, Urbain Le Verrier (1811-1877) empleó la mecánica newtoniana para predecir la posición de Neptuno tras analizar las perturbaciones en la órbita de Urano. Posteriores observaciones de Neptuno, a finales del siglo XIX, llevaron a los astrónomos a conjeturar que otro planeta, además de Neptuno, perturbaba la órbita de Urano.

La Tierra, la Luna y Plutón y Caronte
En 1906, Percival Lowell (1855-1916) —un bostoniano adinerado que había fundado en 1894 el observatorio Lowell en Flagstaff, Arizona— inició un intenso programa de búsqueda del noveno planeta al que llamó Planeta X. El nombre «Plutón» —del dios romano del inframundo— fue propuesto por Venetia Burney (1918-2009), una estudiante de Oxford interesada en la mitología clásica, durante una conversación con su abuelo Falconer Madan (1851-1935), miembro de la Biblioteca Bodleiana. Este pasó el nombre al astrónomo Herbert Hall Turner (1861-1930) quien, a su vez, envió un cable a sus colegas estadounidenses con la propuesta.

La carta de Openheimer tiene aspectos interesantes para dedicarle un monográfico a su persona, cosa que escapa al abasto de quién escribe este texto. Pero hay que destacar esa conjunción de Venus y Júpiter en Aries. Las palabras de uno de sus alumnos Hans Bethe (Premio Nobel de Física en 1967) són bastante eloquentes respecto a lo que una conjunción Júpiter (expansión-entusiasmo-inspiración)-Venus (arte-belleza-sentido estético-elección) puede representar en la carta de un físico de quién se dice que fue uno de los últimos en tener una visión de conjunto de toda la física hasta la fragmentación actual: 

R. Oppenheimer
Probablemente el ingrediente más importante que Oppenheimer agregaba a sus clases era su gusto exquisito. Siempre sabía cuáles eran los problemas importantes, como se observa en su selección de temas. Realmente vivía esos problemas, buscando una solución y comunicando su preocupación al grupo.

Otro de los versos del Bhagavad-Guitá que R. Oppenheimer recordó en el momento de la explosión de Trinity fue:"Si el esplendor de un millar de soles brillasen al unísono en el cielo, sería como el esplendor de la creación...". Puro Aries però poético y sensibilizado. Ese impulso de Aries, tan presente en su carta con la conjunción de Júpiter y Venus, própia de un hombre con gran sensibilidad artística, y teniendo en cuenta que su signo solar era Tauro por muy pocos días, con lo que su signo solar está teñido de cualidades de Aries.

Oppenheimer asumió el puesto 
de Einstein en el 
Institute for Advanced Study (Princeton-New Jersey).
Tras el "éxito" de las bombas atòmicas Oppenheimer se convirtió en portavoz nacional por la ciencia y emblema de un nuevo tipo de poder tecnocrático. La física nuclear se hizo un lugar en el mundo, y ese camino empezado por gente como Max Planck años atrás, a quién recomendaron no dedicarse a la física porque en esa disciplina ya estaba casi todo descubierto, hizo que todos los gobiernos del mundo empezaron a darse cuenta del poder estratégico y político asociado a las armas nucleares y sus horrendas consecuencias. Como ejemplo la Francia derrotada de Charles De Gaulle, signo solar Escorpio con Plutón y Neptuno en conjunción en casa VIII y Urano en I, se convirtió en potencia nuclear a golpe de talonario y investigación de elite. Como muchos científicos de su generación, Oppenheimer opinó que la seguridad de las bombas nucleares vendría sólo de algún tipo de organismo transnacional (como la recién creada Organización de las Naciones Unidas) que pudiera iniciar un programa para parar una carrera de armamentos nucleares.


La vida de Oppenheimer expresa muy bien los problemas de tener a Plutón en la casa XII. Enumerados aquí podríamos destacar:
Edward Teller en 1958
  • El peligro de ser objeto de conspiraciones o traiciones por enemigos ocultos. Robert fue investigado y castigado por el Macarthismo. El antiguo colega de Oppenheimer, el físico Edward Teller, testificó contra él en su auditoría de seguridad en 1954. Teller formuló una grave acusación al padre de la bomba atómica Robert Oppenheimer sindicándole como espía del comunismo y que fue apoyada por J. Edgar Hoover lo que provocó la salida del escenario de Oppenheimer dejando libre a Teller para co-producir la bomba H, a la cual Oppenheimer se oponía. Ambos compartían a Plutón en Géminis, por generación parecida, pero Teller que nació el 15 de enero de 1908 en Budapest (Hungría) y también era de origen judío como Oppenheimer, pero desconocemos su hora de nacimiento. Teller declaró no ser partidario del lanzamiento de la bomba y que una prueba de fuerza ante los japoneses hubiera bastado. Y su persona inspiró a Kubrick para el film Dr. Strangelove. Aunque en su carta natal puede apreciarse una conjunción de su Marte con el Venus de Robert y de su Saturno con la Luna Negra. La conjunción de Luna y Plutón de Teller en Géminis nos indica una personalidad profunda y penetrante. Fue criticado por sus colegas por sus actuaciones. La imagen que Teller desprende a la luz de la historia es la de un mentiroso y celoso colaborador que traicionó a un hombre más brillante que él para tener su momento de gloria, aunque luego le tratará caritativamente.  La verdad es que esa conjunción de Plutones en Géminis, a falta de la hora de nacimiento de Teller les convierte se convierte en un cocktail explosivo del qual Oppenheimer salió trasquilado pues privado de poder político, Oppenheimer continuó dando clases, escribiendo y trabajando en la física. Recorrió Europa y Japón, dando charlas sobre la historia de la ciencia, el papel de la ciencia en la sociedad, y la naturaleza del universo. En 1963, a instancias de muchos de los amigos políticos de Oppenheimer que habían alcanzado poder, el presidente John F. Kennedy concedió a Oppenheimer el Premio Enrico Fermi como un gesto de rehabilitación política. El fénix resurgió aunque ya nunca recuperó su influencia mientras que Teller, su enemigo, trepó hasta las instancias más altas desarrolando proyectos en la era de Ronald Reagan. 
  • La capacidad de obtener recursos de a través de energías sutiles. Su trígono Plutón-Saturno  es según el astrólogo Haydn Paul en su libro La ascensión del fénix (Ed. Urano, pg.105-106) una combinación que facilita a Plutón, ya que Saturno en trígono permite fuerza organizativa y aprovechamiento de recursos, dirección de equipos, harmonía de pareja...
  • Polaridad plutoniana. El nativo es consciente de las relaciones de poder, al que aspira de forma inconsciente y sufre relaciones de dominación, de las que puede ser víctima o verdugo. Al ser un planeta Transpersonal en una posición angular o casas I, IV, VII, X y XII este se personaliza con lo que lo plutoniano se manifiesta en la personalidad del individuo, en el caso de XII como Sombra, es decir, como algo reprimido en el inconsciente y de forma no exteriorizada en la persona que mantiene un aspecto atractivo y bondadoso bajo el cual se esconden explosiones de ira, culpa y sentimientos que pueden ser violentos. Openheimer fue un Fausto trágico según el intelectual George Steiner. Para Steiner era alguién que trataba a los demás desde una posición de superioridad intelectual, que era manifiesta dado la gran inteligencia de Openheimer, que no puede ser puesta en duda. 
  • El Karma. Se manifiesta a través de sentimientos de culpa y autopersecución, necesidad de seguir pautas de camino espiritual y contactos con los arquetipos del Inconsciente colectivo. 
Oppenheimer Beach (Islas Vírgenes)
Según la Wikipedia después de la auditoría de seguridad de 1954 Oppenheimer fue «como un animal herido», y empezó a retirarse a una vida más sencilla. En 1957 adquirió un terreno en playa Gibney, en la isla de Saint John, en las Islas Vírgenes de los Estados Unidos. Construyó una residencia vacacional sencilla, donde pasaría las vacaciones, usualmente varios meses por vez, con su esposa Kitty. Oppenheimer también pasó bastante tiempo navegando con su esposa. A su muerte, la propiedad fue heredada por su hija Toni, quien la legó «al pueblo de St. John como parque público y área recreativa». En la actualidad, el gobierno de las Islas Vírgenes ha creado un centro comunitario allí, que puede ser arrendado. La playa es conocida coloquialmente hasta hoy como «playa Oppenheimer». Robert Oppenheimer falleció por cáncer de garganta en 1967. A su funeral asistieron muchos de sus asociados científicos, políticos y militares. Sus cenizas fueron esparcidas en las Islas Vírgenes de los Estados Unidos.



Pd: este texto quiere recordar a todas las víctimas de la II GM, especialmente a los inocentes fallecidos o heridos por los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, uno de los episodios más lamentables y oscuros de la historia humana. Esperemos que nunca más debamos contemplar el poder atómico en su lado más negativo, el de la guerra y el conflicto que, como dijo Einstein, uno de los padres de la energía atómica, podría devolvernos a la prehistoria como especie.