"No he hallado una mujer cuya belleza pueda compararse a la de la verdad"
René Descartes, 1628
Carta natal de René Descartes (Datos: astrotheme, diagrama: cosmograma) |
La noche del 10 al 11 de noviembre del año 1619, víspera de San Martín, parecía que iba a ser una noche de otoño cualquiera para los habitantes de Neuburg, entre Múnich y Nuremberg (Alemania). La soldadesca acantonada en los cuarteles de invierno iba a salir para disfrutar de una noche de juerga. Pero uno de los soldados era un hombre muy especial: el futuro filósofo, matemático, anatomista y muchas cosas más, el francés René Descartes. Y no pensaba ir a ningún lado. Se quedó meditando junto a la estufa en la fría noche.
Descartes presentía que estaba camino de descubrir los fundamentos de una ciencia admirable. Él mismo nos lo cuenta en la Olympica y en el famoso Discurso del método publicado en 1637, años después que la Paz de Westfalia pusiera fin a la Guerra de los Treinta Años; una guerra que lo había llevado a Neuburg an der Donau, una pequeña ciudad encamada a orillas del Danubio y que había retenido al joven Descartes, un hombre de vida errante tras una difícil infancia (había perdido a su madre al poco de nacer y a un hermano en un parto desdichado) y una juventud pasada en el colegio jesuíta de Le Fleche. Ya su padre le había llamado "el pequeño filósofo" por su talante preguntón. Licenciado en Derecho, oficio que jamás ejerció pues sus rentas y vocación aventurera le llamaron a conocer en el "gran libro del mundo". Y se dedicó a viajar, levantarse hasta tarde y dedicar su vida al estudio de la ciencia, y de artes menos conocidas, especialmente de la mano de personajes sorprendentes que encontró en su camino, como Beeckman o Johann Faulhaber, un oscuro matemático que vivió en aquellos tiempos (1580-1635) y que parece relacionado con la obra del gran Johannes Kepler, el "último astrólogo". Un personaje al que R. Descartes parece que conoció en un breve encuentro en 1620.
Como veremos la noche del 10 de noviembre revolucionó la historia de la ciencia y de la humanidad pues Descartes con su obra, sea filosófica o matemática, cambió la ciencia moderna. Antes de los sueños escribió:
X. Novembris 1619, cum plenus forem enthousiasmo, & mirabilis scientiae fundamenta reperirem...
(10 de noviembre de 1619, embargado como estoy por el entusiasmo, y habiendo descubierto los fundamentos de una ciencia admirable)
Para cualquier astrólogo o aficionado a la astrología, como es mi caso, la palabra entusiasmo nos remite a un planeta inmediatamente: Júpiter. Una palabra que el astrónomo Kepler también había usado a los 23 años en referencia a la sabiduría proviniente de Dios. La palabra entusiasmo deriva del griego y viene a significar a alguién que tiene a Dios (Theos, o sea Zeus) en su interior, como si fuera poseído por una fuerza aliena que le llenara de gozo y dicha, capaz de contagiar a los demás de esa plenitud divina. Así se sintieron Descartes y Kepler. Cuando Descartes escribió acerca de ese entusiasmo Júpiter transitaba a los 5º i 09' de Aries en retrogradación pero llevaba todo el año sobre el Stellium. Y esa misma noche se puso en semi sextil, que implica transmisión e información, con la luna natal en Tauro de Descartes. O sea que Descartes se encontraba en lo que en astrología conocemos como Tránsito. Según Stephen Arroyo (en su libro Júpiter, un estudio astrológico) los tránsitos de Júpiter abren la puerta a planes nuevos y nos sintonizan con las posibilidades futuras. Nos incita a expandirnos y adentrarnos en nuevas dominios de la experiencia y expresar dimensiones de nosotros mismos que no han podido brillar con anterioridad.
La carta natal de Descartes presenta un gran Stellium (conjunción de tres o más planetas) en la casa III, en su caso ocupada por Piscis, aunque el Stellium se encuentre en Aries y luego en Tauro. La casa Aries está "encerrada entre Piscis, que corta con su cúspide la casa III y Tauro que corta la IV, así que los planetas están bloqueados con lo que esa energía tiene dificultad para fluir. Y ciertamente Descartes no encontró fácilmente su vocación como dijimos. Ese tránsito de Júpiter, del cual probablemente Descartes era consciente. Pues como demuestra el Dr. Amir. D. Aczel, doctor en matemáticas, en su libro llamado El cuaderno secreto de Descartes parece que aprendió del matemático Faulhaber los signos utilizados en alquímia y astrología, algo que estaría relacionado con los Rosacruces, con los que Descartes tubo contacto, sinó es que fue uno de ellos de manera más o menos formal. ¿Era consciente Descartes del tránsito iniciado a principios del jupiterino año de 1619? Muy probablemente esa ciencia admirable incluia conocimientos de alquímia y astrología, en aquel momento empresas matemáticas de gran calado. Faulhaber es un personaje cuya sombra se alarga en Descartes hasta adquirir proporciones gigantescas.
El símbolo de Júpiter, que fue copiado por Leibniz del cuaderno secreto de Descartes y contenía un mensaje oculto que Pierre Costabel, erudito francés ha estudiado a fondo y que conectaría con estudios matemáticos y la Cábala.
A la izquierda tenemos las posiciones de los planetas la noche de 1619 en Neuburg. Como vemos la Luna estaba en los 10º09' de Capricornio, con lo que estaría justo sobre el ascendente de la carta natal de Descartes, en tránsito de la casa XII a la I casa. Es decir desde lo inconsciente, la casa XII, a lo consciente ya en la casa I. El trígono era la revelación de esa ciencia admirable. Urano transitaba por Cáncer con lo que ejercia en Trígono con aspectos del Stellio durante unos años en su tránsito por Cáncer. Saturno estaba en trigono con Plutón natal, con lo que esa restricción saturnina era a punto de liberarse y ser sustituído por un tránsito de Júpiter que iba a durar años pues el Stellio de Descartes cubría varias casas. Un tránsito que aparece con toda su fuerza durante el año pues como puede verse era un año jupiterino para Descartes. También la luna negra y el Nodo transitaban por la casa XII de su carta natal y mantenian aspectos de trígono con la luna natal. Quizás era eso a lo que se refería cuando sospechaba de un espíritu maligno que le inducía a posibles errores en sus sueños. Y del qual sospechaba hasta que lo "integró" en las Meditaciones Metafísicas donde rechaza la famosa Hipotesis del Genio Maligno o duda hiperbólica.
Esa noche Descartes tuvo 3 sueños que tal como nos cuenta le confirmaron de que debía dedicar su vida a encontrar esa ciencia admirable, obra que culminaría con su Discurso del método y con las Meditaciones Metafísicas, escritas en un contexto menos amable, y en multitud de descubrimientos en muchas ramas de la ciencia, especialmente en matemáticas donde creó las coordenadas cartesianas, según la leyenda estando en la cama enfermo y observando el vuelo de una mosca.
Pero de los sueños de Descartes y de los tránsitos de 1640 hablaremos más adelante...cuando haya pasado el invierno.
Descartes presentía que estaba camino de descubrir los fundamentos de una ciencia admirable. Él mismo nos lo cuenta en la Olympica y en el famoso Discurso del método publicado en 1637, años después que la Paz de Westfalia pusiera fin a la Guerra de los Treinta Años; una guerra que lo había llevado a Neuburg an der Donau, una pequeña ciudad encamada a orillas del Danubio y que había retenido al joven Descartes, un hombre de vida errante tras una difícil infancia (había perdido a su madre al poco de nacer y a un hermano en un parto desdichado) y una juventud pasada en el colegio jesuíta de Le Fleche. Ya su padre le había llamado "el pequeño filósofo" por su talante preguntón. Licenciado en Derecho, oficio que jamás ejerció pues sus rentas y vocación aventurera le llamaron a conocer en el "gran libro del mundo". Y se dedicó a viajar, levantarse hasta tarde y dedicar su vida al estudio de la ciencia, y de artes menos conocidas, especialmente de la mano de personajes sorprendentes que encontró en su camino, como Beeckman o Johann Faulhaber, un oscuro matemático que vivió en aquellos tiempos (1580-1635) y que parece relacionado con la obra del gran Johannes Kepler, el "último astrólogo". Un personaje al que R. Descartes parece que conoció en un breve encuentro en 1620.
Como veremos la noche del 10 de noviembre revolucionó la historia de la ciencia y de la humanidad pues Descartes con su obra, sea filosófica o matemática, cambió la ciencia moderna. Antes de los sueños escribió:
X. Novembris 1619, cum plenus forem enthousiasmo, & mirabilis scientiae fundamenta reperirem...
(10 de noviembre de 1619, embargado como estoy por el entusiasmo, y habiendo descubierto los fundamentos de una ciencia admirable)
Símbolo de Júpiter |
Trànsitos del año 1619 para Descartes |
El símbolo de Júpiter, que fue copiado por Leibniz del cuaderno secreto de Descartes y contenía un mensaje oculto que Pierre Costabel, erudito francés ha estudiado a fondo y que conectaría con estudios matemáticos y la Cábala.
Tránsitos para la noche de 1619 |
A la izquierda tenemos las posiciones de los planetas la noche de 1619 en Neuburg. Como vemos la Luna estaba en los 10º09' de Capricornio, con lo que estaría justo sobre el ascendente de la carta natal de Descartes, en tránsito de la casa XII a la I casa. Es decir desde lo inconsciente, la casa XII, a lo consciente ya en la casa I. El trígono era la revelación de esa ciencia admirable. Urano transitaba por Cáncer con lo que ejercia en Trígono con aspectos del Stellio durante unos años en su tránsito por Cáncer. Saturno estaba en trigono con Plutón natal, con lo que esa restricción saturnina era a punto de liberarse y ser sustituído por un tránsito de Júpiter que iba a durar años pues el Stellio de Descartes cubría varias casas. Un tránsito que aparece con toda su fuerza durante el año pues como puede verse era un año jupiterino para Descartes. También la luna negra y el Nodo transitaban por la casa XII de su carta natal y mantenian aspectos de trígono con la luna natal. Quizás era eso a lo que se refería cuando sospechaba de un espíritu maligno que le inducía a posibles errores en sus sueños. Y del qual sospechaba hasta que lo "integró" en las Meditaciones Metafísicas donde rechaza la famosa Hipotesis del Genio Maligno o duda hiperbólica.
Esa noche Descartes tuvo 3 sueños que tal como nos cuenta le confirmaron de que debía dedicar su vida a encontrar esa ciencia admirable, obra que culminaría con su Discurso del método y con las Meditaciones Metafísicas, escritas en un contexto menos amable, y en multitud de descubrimientos en muchas ramas de la ciencia, especialmente en matemáticas donde creó las coordenadas cartesianas, según la leyenda estando en la cama enfermo y observando el vuelo de una mosca.
Pero de los sueños de Descartes y de los tránsitos de 1640 hablaremos más adelante...cuando haya pasado el invierno.